Dentro de unas horas, la gran despedida.
A las siete de la tarde en la iglesia parroquial de Melide, en pleno Camino francés, diremos adiós a nuestros invitados especiales de este verano.
Bueno, más que decirles adiós, les diremos un ¡hasta luego! un poco prolongado, de año y pico, pues estarán de nuevo con nosotros en Madrid 2011, y cuando estén presidiendo el altar, muy cerquita de Benedicto XVI, podremos decir, si Dios quiere, ¡esa Cruz enorme que está allí la he llevado yo!. Y la he adorado, venerado, besado, pues el verano pasado estuvo por mi diócesis. Será emocionante.
Pero antes de que se vayan, aún quedan los actos de Lalín y el propio de Melide.
Buenas noches para todos, incluidos los que están en la vigilia de adoración.
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