Una avanzadilla nos hemos venido a la capital para ir comprobando cómo van los preparativos de la PEJ, y de paso, celebrar el día grande de Galicia y honrar al patrón, Santiago Apóstol. Y también, si se puede, aprender algo de protocolo para las grandes celebraciones. Nunca se sabe cuándo nos puede hacer falta.
La ciudad está a tope. Encuentras peregrinos por todas partes. Pero ya empezamos a distinguir a los que hicieron el camino a pie y los que utilizaron otros medios de transporte más llevaderos. Los de 'a pie' llegan reventados, andando como si estuviesen pisando huevos, algunos descalzos, con unos calcetines improvisados hechos con vendas, con parte del contenido de la mochila colgando por fuera, como si eso hiciese más llevadero el peso. Al ver las cuestas o las escaleras que tiene que subir o bajar para acceder a la Catedral, ponen cara de dolor, antes aún de haberlo sentido.
Los que llegaron en coche o autobús suelen ser grupos numerosos, con una camiseta que los identifique, que buscan una terraza para sentarse a decansar (¿?) y que lo quieren fotografiar todo, todo y todo.
Lo que tiene la aglomeración de gente en poco espacio es que escuchas conversaciones sin querer. Anoche, una chica con acento andaluz decía a su interlocutor/a al otro lado de la línea: ¡Esto es precioso!¡No me extrañaría nada que el Papa quisiera quedarse aquí en Santiago para siempre!. El comentario nos llenó de orgullo.
Entre los muchísimos desconocidos que pasan por nuestro lado, ayer nos cruzamos con la Comunidad Neocatecumenal de Murcia que nos acompañó en el encuentro de la cruz de las MM. Agustinas, y esta mañana, con los chicos de Cristianos sin Fronteras de los encuentros de Silos. Os dejo dos fotos de éstos últimos.
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