Quisiera hoy recordar con vosotros el Viaje Apostólico a Santiago de Compostela y Barcelona, que realicé el fin de semana pasado. Me dirigí allí para confirmar en la fe a mis hermanos. En este Año Santo, quise visitar la Casa del Apóstol Santiago, como peregrino entre los peregrinos, para confiarle los trabajos y anhelos de todos los hijos de la Iglesia en España y Europa. Al día siguiente viajé a Barcelona, donde tuve la alegría de dedicar el templo de la Sagrada Familia, al que quise, además, declarar Basílica menor. Esa obra del genial arquitecto Antoni Gaudí es una alabanza a Dios hecha en piedra. Por la tarde, visité la Obra benéfico-social del Nen Déu, iniciativa eclesial donde se pone de manifiesto que la caridad es el distintivo de la condición cristiana.
Saludo a los peregrinos de lengua española, invitándolos a dar gracias a Dios por el Viaje Apostólico a Santiago de Compostela y Barcelona. Conservo un inolvidable recuerdo de la amabilidad con la que me acogieron en Compostela Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias y con la que Sus Majestades los Reyes de España me despidieron en Barcelona. Deseo también agradecer vivamente a las Autoridades y a las Fuerzas de Seguridad todo el trabajo llevado a cabo con eficacia para que mi estancia en esos lugares se desarrollara felizmente. Reitero mi afectuoso agradecimiento a los Arzobispos de esas dos Iglesias particulares, así como a quienes numerosos me han acompañado con suma cordialidad en los actos celebrados en esas dos emblemáticas ciudades. Pido al Señor que bendiga copiosamente a los Pastores y fieles de esas nobles tierras, para que aviven su fe y la transmitan con valentía, siendo cristianos como ciudadanos y ciudadanos como cristianos. Volveré a España para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. De nuevo, muchas gracias a todos los españoles.
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