Síguenos en Facebook

Días en las diócesis

sábado, 13 de agosto de 2011

Entrevista al Obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco



Mons. Alfonso Carrasco Rouco: “la fe se conforta y refuerza viendo con los propios ojos la realidad de una Iglesia nueva y creyente”


¿Cuál es la dimensión del fenómeno en la historia contemporánea de la Iglesia?

Las Jornadas constituyen un momento determinante del cambio a una Iglesia contemporánea. Hacen aparecer ante los ojos de todos la cara de una Iglesia nueva y, por lo tanto, con futuro; animan a muchos, y hacen imposible la reducción de la fe a un fenómeno en el fondo obsoleto. Son un momento de gracia, un kairós para la Iglesia universal, y es un regalo, un don providencial para la Iglesia particular que la recibe, en este caso, la española. Las Jornadas Mundiales son momentos singulares de escucha y de diálogo con el hombre de hoy -con los chicos- y de comunicación de la fe. Ponen de manifiesto las potencialidades del Señor, que sigue movilizando y renovando la vida en el presente, en correspondencia con las expectativas también de los jóvenes.

¿Cuál es el papel del Papa?

El Papa se manifiesta como testigo de la fe en su humanidad, y permite aparecer el rostro de un Pueblo de Dios nuevo. El camino de la fe se desvela así como un camino de Iglesia, profundamente personal y al mismo tiempo comunitario, uniendo reconocimiento, afecto y escucha personal con una gran realidad de unidad eclesial. El Papa quiere ser testigo de Cristo, no quiere hablar de sí mismo.

¿Las Jornadas Mundiales de la Juventud son una reunión superficial de una masa o son algo más?

En las Jornadas no se junta una multitud de personas sin vínculos intrínsecos, sino un pueblo profundamente articulado. Son momentos de encuentro y testimonio mutuo entre grupos de parroquias, asociaciones y movimientos, pueblos e incluso naciones enteras. Esto tiene una importancia extraordinaria para los jóvenes cristianos de hoy, que a menudo viven su fe en soledad o como pequeñas minorías. Pero la fe se conforta y refuerza viendo con los propios ojos la realidad de una Iglesia nueva y creyente, estando personalmente en presencia de un gran fenómeno de fe que anima, da sentido y fuerza a la vida de muchos jóvenes del mundo entero. El joven ve que la fe es real. En las Jornadas el joven también recibe la confirmación de que se puede ser cristiano y moderno.

Las Jornadas son, entonces, una ocasión para mostrar públicamente la fe

Son una demostración en la práctica que la fe no es un asunto personal, sino que puede manifestarse públicamente. El cambio de cara de las ciudades y de sus ambientes por la presencia masiva de los jóvenes, confirma la bondad de vivir pública y pacíficamente la propia fe, como gran contribución a la renovación de nuestra sociedad; y responde así a la objeción habitual según a cuál la fe cristiana no puede pretender expresarse en el ámbito público, debe reducirse al privado, para no violentar las opiniones de nadie.

¿En que le afecta a una ciudad, como Madrid, ser sede de una Jornada Mundial de la Juventud?

Queda conmovida sobre todo por el testimonio de vida, de alegría, de fe y de unidad que hacen presentes los jóvenes, en fuerte contraste con una sociedad en que la gente echa de menos precisamente estas realidades.

Y, ¿qué le aportan a la Iglesia?

Sin duda, las JMJ interpelan y ofrecen nuevos impulsos a la pastoral juvenil. No nos ofrecen recetas, ni sustituyen el trabajo de cada día, pero son una gran ocasión de encuentro con nuestra juventud. Interpelan a los que son responsables de la pastoral juvenil y a todos los educadores, para que no se detengan en la busca de formas de educar a las nuevas generaciones; para que crean en la juventud, en la posibilidad de que su humanidad encuentre en Cristo la plenitud de vida a la que está llamada; para que acepten de nuevo el reto de comunicar el Evangelio, generación tras generación, caminando en medio y con el apoyo de todas las riquezas de la experiencia pastoral de la Iglesia, simbolizadas de algún modo en el gran encuentro de las Jornadas Mundiales.

¿Las Jornadas Mundiales permiten ver de otra manera a los jóvenes?

Gracias a las Jornadas se valora más la importancia de la juventud, se comprende mejor que no se puede dejar de salir a su encuentro. Estamos llamados al esfuerzo de poner las energías en la pastoral juvenil, a trabajar con pasión verdadera, buscando el joven y acompañándolo. Esta actitud es una expresión de la caridad pastoral, de la esperanza y la confianza, y resulta imprescindible, para que los jóvenes se sientan realmente apreciados por lo que son y para que puedan entrar en una relación de confianza.

¿Cuáles son las prioridades pastorales de las Jornadas?

Situar la persona de Jesucristo en el centro de la acción evangelizadora. Las Jornadas son inevitablemente un anuncio enorme del Señor Jesús como el único salvador del mundo, como la respuesta verdadera a las exigencias del ser humano. Son un anuncio de Jesucristo en el corazón del mundo nuevo, y al mismo tiempo un anuncio a nuestra sociedad y a nuestra Iglesia; a través de la presencia de esta gran cantidad de jóvenes, de su humanidad movida por la fe. Este será siempre el método cristiano.
También es importante experimentar en las Jornadas la racionalidad de la fe, su belleza, su concordancia profunda con el hombre, la vida y el mundo.
Y otra prioridad puede enunciarse de la siguiente manera, con palabras de Juan Pablo II: la humanidad -la juventud- es el camino de la Iglesia.

Unas palabras finales...

Acojamos las Jornadas como una gracia para nuestro tiempo, en primer lugar para muchos jóvenes, pero también para la renovación de nuestra caridad, de nuestro aliento y de nuestro método pastoral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario