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Días en las diócesis

martes, 10 de agosto de 2010

artistas

El otro día intentamos afilaros los dientes comentando que habíamos comido con Martín Valverde y realmente fue así, pero no literalmente. Cuando estábamos acabando de comer, entró en el comedor, y se sentó en una mesa enfrente de la nuestra con su mujer y otros chicos que dedujimos que eran de su grupo.
La llegada de obispos y acompañantes fue constante hasta el sábado. También cada día aumentaba el número de actividades, por lo que cuando ese día hicimos un alto en nuestro trabajo para reponer fuerzas, llegamos al comedor reservado para la PEJ y estaba abarrotado. Esperamos un poco y cuando nos dijeron que podíamos entrar, nos dimos cuenta de que nos habían habilitado espacio en las mesas en las que había quedado algún hueco. Vamos, como cuando en San Froilán, antes del lujo de ahora de las casetas te sentabas en la primera mesa en la que encontraras sitio. ¿Os imagináis quién estaba en esa mesa?. Pues ni más ni menos que un hijo de Martín Valverde, su esposa Elisabeth, él y Migueli. Por cortesía y por eso de que todo el mundo dice de que los artistas son más bien raritos y poco sociables cuando se bajan del escenario les preguntamos si nos podíamos sentar allí y su respuesta fue: Sí, sí, cómo no, por favor. Siéntense. Allí estaban ellos, en carne y hueso como el zanco de pollo que se estaban comiendo. Y tengo que confesar varias cosas:
- el chico no abrió la boca más que para comer,
- la mujer, muy dulce en sus expresiones y gestos, quizá ayudada también por el acento sudamericano.
- Martín, igual de bajito que te lo imaginas, y oírle hablar era como si te transportaras a uno de sus conciertos.
- Y Migueli me ganó para su causa. Guapo, educado, nada altivo, con unos ojos preciosos que hablan por sí mismos. Con una mirada limpia, que diría una amiga mía. Mucho más guapo en persona que en Internet. ¿Será que la red engaña?
Una imagen vale más que mil palabras, pero a falta de foto, tenéis que confiar en mis palabras. Sí, sí, el compositor de Nadie te ama como yo y el que se hizo famoso cantando ¡Qué escándalo, Dios, que bulla, la que se organizó por culpa tuya! enfrente de nosotros. Ellos, que recorren el mundo con sus conciertos, que tienen cientos de seguidores, sentados ahí delante, como si nos conociéramos de toda la vida, compartiendo la misma mesa, y la misma fe.
La foto sería un puntazo, pero al verlos tan normales, tan poco divos nos dio corte pedírsela.

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