Te sugerimos que comiences por la lectura de "Las Jornadas Mundiales de la Juventud" que escribió don Alfonso. Si no lo tienes en papel, lo puedes leer en este enlace: http://diocesisdelugo.org/pruebas/index.php?option=com_content&task=view&id=509&Itemid=172
Aquí te va sólo la conclusión:
Las JMJ son la síntesis feliz, profética, de este encuentro del joven con la persona de Jesucristo. Él es el guía que cada uno necesita, y que se manifiesta muy cerca en la persona del Papa, y en muchas otras que constituyen la realidad de la Iglesia concreta para cada uno. Pero el instante en que se alumbra esta conciencia, o se confirma definitivamente, es de valor extraordinario. Por eso las Jornadas son en primer lugar, momentos de encuentro y testimonio, acontecimiento vivo para muchos jóvenes, que descubren la existencia del Señor en la alegría y el esplendor de un pueblo joven al que ven con los propios ojos. Y son también laboratorio de fe, momentos intensos de realización de pastoral juvenil, en que se manifiesta el verdadero método cristiano, que siempre interpela a cada uno: lo jóvenes quieren un guía y quieren tenerlo cerca, un guía movido por la pasión que brota de la verdadera caridad, del Espíritu del Señor.
Nuestras Iglesias necesitan el testimonio y las riquezas de la JMJ, que por su cercanía nos interpela este año particularmente. Que el Señor haga de Madrid 2011 un acontecimiento de renovación y de gracia para nuestros jóvenes y para nuestros responsables de pastoral juvenil; para todos los sacerdotes, quizá ya mayores o cansados que podrán alegrarse contemplando el fruto bueno de los afanes pastorales, y para toda nuestra Iglesia, tentada a veces por la desesperanza y el cansancio.
Los carismas son dados a la Iglesia para responder a sus necesidades y urgencias, ante todo en la transmisión de la fe. Esto es también así en el caso de las JMJ, que vienen al encuentro del gran desafío que la juventud plantea hoy a la Iglesia. Acojamos las Jornadas como una gracia para nuestro tiempo, en primer lugar para muchos jóvenes, pero también para la renovación de nuestra caridad, de nuestro aliento y de nuestro método pastoral.
+ Alfonso Carrasco Rouco
Obispo de Lugo
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